domingo, 19 de septiembre de 2010

Poema sin título (de María Lucesole)


no sé qué habrá pasado

yo podía agarrar el agua con las manos y soltarla

antes de que se escurra,

pero ahora

se ve que no sabemos qué hacer con el silencio

mientras esta metamorfosis

los ojos como campos de otro siglo

vacíos, sin un pájaro yendo

sin bandadas

de gente que vuelve de alguna guerra



yo podía sentarme y esperar en el desierto

quedarme sin sudor ofreciendo arena

pero ahora

quisiera tanto que la vida fluya como un buen poema

como esas pocas cosas que tienen que ver con la vida

que no se termine la voz que lo relata

no dejar de escuchar sino mil voces que suenan

como carnavales en las estrellas



si quedara un solo desierto para ir a sentarse

pero ahora sólo soy una persona que fuma

como quien no sabe lo que está por pasar

sentado en la puerta de casa

y deja que todo quede ahí mismo

sin entrarlo a los ojos



yo podía verte llorar y sentir cómo caían las gotas

con qué soledad encontrar una nueva fortaleza

o que la vida empiece de nuevo, un primer día

pero ahora nada más quiero ser

el pasado que otro abandonó y yo tome



como a quien le es indiferente el destino ajeno

y lo mira y lo transita como el cielo en una película

que habla de un cielo viejo y usado

tan muerto ya, tan lejos y otro

que a quién le va a importar que la película se rompa



y aparezcan las manchas de los días

preciosas al principio

la suciedad que muestra el uso, la utilidad

yo podía quedarme buscando el presagio de la belleza

sabiendo que nunca me iba a dejar sola



pero dónde está la chica que me prometió darme de a poco

algo por lo que sufrir

es una quietud tan grande y repetida

nada de esto podrá ser un poema

falta que pase la vida, que pasen las horas

que llueva mil veces más y mil veces se sienta

el abandono

ese animal desconocido que duerme adentro

y no siente lo que no entiende

pero entonces

abrís los brazos mientras mirás la pared

y yo pienso en la metamorfosis

en cómo nos vamos haciendo seda

y quisiera abrazarte antes de que te transformes y te alejes

como en un final de película muda a la que le falta el final

y nomás te chupa la pantalla para atrás y terminó la historia



tener que soportar este silencio

como quien nace y escucha los gritos que serán para siempre

su recordatorio y su pesadilla

después está esa gente que gira mientras gira el mundo

los que tienen fe en que el infierno son los otros

yo hace rato me convertí en un otro

pero antes podía huir nada más porque se hacía de noche

ahora no me retengo, no sé qué curso va a tomar mi cuerpo

bien sé que quisiera correr hasta que se me abra

desgarrarme mientras sale el alma y ser



sin todo eso

una porción de aire

una porción de ese lugar al que unos pocos llegaban por accidente

pero ahí se dejaban estar, quizás fuera por la ventana

que siempre guardaba restos de una lluvia vieja y ranas

confundiéndose con hojas



pero ahora no me retengo y vos no sabés lo de la noche

que cuando viene como una manta que ya no está agujereada

es que la cosieron para la asfixia

para los que salgan cuando se hizo tarde

y así mientras se cae y nos transformamos

la vida es una involución no es eso lo que duele



me duele por ejemplo el tema del clavel que se marchita

y de cualquier modo lo tengo acostado en el parlante

para que parezca olvido

pero siento cómo me mira

de la misma manera en que me miraba esa parte de la vida

que faltaba adivinar
María Lucesole

sábado, 4 de septiembre de 2010

Fantasma de Febrero (de Felipe Saez)


FANTASMA DE FEBRERO

No te voy a escuchar,
no es tu silaba ante mi por ahora, lo siento muchacha de clase media-alta
de un buen barrio de santiago de chile.
A esta estatura de la noche
la lluvia debería carcomer una ventana
que sostenga el reflejo del teléfono
hacia donde
no te llamaré tampoco;
no es imposible
que las ramas latigueen las canaletas
quedará un neumático con agua estancada
es imposible
escribirte otra carta en un sobre café
con recortes de noticias chistosas del diario o de las basuritas y origamis que por aquí y por allá
más de aquí que de allá
encontré
y recogí
sin ti.

Tan solo voy dejando que tu fantasma de febrero me entenebrezca,
que vayas ingresando de contrabando en mi sistema inmunológico
que me debilites el ejercito
que no te importe la obra social
que me vaya quedando
como un neumático con agua estancada en los riñones.

Felipe Saez